La adolescencia es una etapa de muchos cambios y de constante evolución, es un recorrido largo y complejo, de exploración y, en muchas ocasiones de gran desconcierto. Los/as jóvenes comienzan a buscar fuera del núcleo familiar cómo definir su identidad, separándose de sus figuras parentales y comenzando a experimentar nuevas maneras de ser.
Como consecuencia de ello, aparece la necesidad de tener su propio espacio, su intimidad, el interés por salir con amigos/as, experimentar nuevos roles, adentrarse en otros grupos sociales, cambios en la forma de vestir y comunicar… Pero sobre todo aparece:
- La prisa por “hacerse mayor”.
- Los “a ti que te importa”.
- El “tú no me entiendes”.
- Los “déjame en paz”.
- Las respuestas monosilábicas (que hacen sentir a los padres y madres que más que en una conversación, están en un interrogatorio).
- El clásico “no me da la gana”.
- El conocido “qué pereza”.